Mujeres jóvenes, llenas de vida, con ilusiones y sueños por realizar. De pronto, surge un extraño sentimiento en su interior: conocen al chico que creen "ideal". Así, se involucran en una relación de noviazgo que no las ata a ningún compromiso legal ni económico. Sin embargo, viven como parte normal de su noviazgo malas contestaciones, insultos, gritos, amenazas y, muchas veces, golpes. ¿Qué es lo que lleva a muchas adolescentes y jóvenes mujeres a permanecer y hasta casarse con un novio violento? La violencia contra la mujer varía de acuerdo a la modalidad que adopte, la edad de la víctima, la relación con el agresor y la duración de la agresión, provocando consecuencias a nivel físico, psicológico o social sobre las mujeres, las cuales pueden resultar graves o irreversibles e, incluso, provocar su muerte.
Se reconoce que la violencia basada en el género es un problema de grandes magnitudes. Representa una de las principales manifestaciones de violación de derechos humanos en el mundo, y está sustentada en la desigualdad e inequidad de las mujeres dentro de las reglas, normas y prácticas de distribución del poder en las sociedades actuales.
Se calcula que 7 de cada 10 mujeres son agredidas por su pareja; cada 24 horas, 7 mujeres son violadas sexualmente; al año, dos mil 159 féminas mueren a manos de su pareja; mientras que un mil 439 son asesinadas por su novio.
Las situaciones de violencia y maltrato son muy frecuentes en las relaciones de pareja. Mucho más de lo que se piensa. La violencia en la pareja no tiene edad ni estatus social, tampoco conoce de niveles culturales o posición económica. No tiene relación con las drogas ni con el alcohol y, en la mayoría de los casos, tampoco con enfermedades ni trastornos neurológicos. Una de sus causas –siempre presente– es el machismo y su difundida creencia de que la mujer es un ser “inferior”, “inmaduro” o “incapaz”. Todos los demás factores, podrán incrementar y desenfrenar una violencia previamente construida por esta manera de pensar, por creer esto de algún modo u otro. Esto se comprueba en muchos hombres que beben alcohol o se drogan y se “permiten” arremeter contra su pareja, sin embargo, jamás lo hacen contra un superior (su jefe, por ejemplo).
Muchos homicidios de mujeres, se presentan como “crímenes pasionales”, como si la pasión fuese compatible con el asesinato; muchos asesinos ven atenuada su condena en la justicia porque “la mujer lo engañaba con otro hombre”, como si la conducta de la víctima justificase cualquier barbarie desde el victimario; la “violación marital” continúa siendo uno de los delitos más silenciados, que no se denuncia no sólo por temor y vergüenza de la víctima, sino por lo que es peor: por desconocimiento de la mujer de que le asiste el derecho a decidir cuándo y cómo tener relaciones sexuales, aún en el marco de una relación de pareja formal como el matrimonio.
Por lo tanto, es imprescindible educar bajo términos de respeto a los derechos humanos, fomentar una cultura de equidad y prevenir desde edades tempranas contra las relaciones destructivas, incluyendo los noviazgos violentos. De esta forma, se pretende atajar las formas de relacionarse sexistas y evitar que se sigan dando por buenos los roles tradicionales entre hombres y mujeres y las actitudes violentas que suelen esconderse bajo la excusa del "amor".
¿QUÉ ES EL NOVIAZGO?
De manera convencional, el noviazgo es una relación transitoria entre un hombre y una mujer, la cual brinda la oportunidad de conocerse más a fondo para decidir en un determinado momento pasar a la siguiente fase: el matrimonio.
El noviazgo consta de cinco etapas que son:
*Atracción: que puede ser física, emocional o ambas.
*Incertidumbre: es cuando se presenta la duda de si la pareja elegida es la adecuada.
*Exclusividad: permite salir solo con una persona y dar y recibir de ella y para ella.
*Intimidad: ambos se entregan a la relación, se sueltan y comienzan a mostrar sus aspectos positivos y negativos.
*Compromiso: la relación se torna más profunda y existe la convicción de que se está con la persona correcta para una relación más formal como lo es el matrimonio.
Durante la adolescencia, por lo tanto, no puede hablarse propiamente de noviazgo al no existir las bases maduracionales para el establecimiento de una relación de pareja formal y de compromiso, tal como se entiende en el caso de los adultos. Sin embargo, la experiencia de relaciones de pareja en esta edad ayuda a los jóvenes en sus primeros ensayos en esta nueva modalidad de relación que además es una experiencia de crecimiento propia y necesaria de la edad. Todo esto siempre y cuando se cuente con la guía y orientación adecuadas por parte de los padres, principalmente.
En el caso de una relación sana de "noviazgo", la experiencia misma proporciona las siguientes ventajas:
1. Es una oportunidad de a aprender a relacionarse con el sexo opuesto de forma afectiva.
2. Ayuda a aprender a conocerse recíprocamente en cuanto a carácter, sentimientos, gustos, aficiones, ideales de vida, religiosidad.
3. Favorece la formación de la voluntad, combate el egoísmo, fomenta la generosidad, confianza, honestidad, el respeto; estimula la reflexión y el sentido de responsabilidad.
4. Con el noviazgo se puede practicar la habilidad de resolver conflictos.
5. Es una oportunidad de comenzar a utilizar formas efectivas de comunicación y de aprender a ver las cosas de distintas maneras.
Pero no todos los noviazgos funcionan de esa manera. En efecto, en la etapa de noviazgo empieza una relación de sentimientos entre los jóvenes, pero en ocasiones se observa que ya no es para conocerse y demostrarse respeto mutuo, sino que se ha distorsionado porque rebasa los valores inculcados. Las palabras de cariño y aliento se cambiaron por otras subidas de tono y hasta agresiones, lo cual significa que ya hay violencia.
Ya no se hablan por su nombre, comienzan las faltas de respeto, e incluso aparecen las ofensas y los golpes. Es común ver en la calle parejas donde la mujer llora y el varón reclama, ya sea por celos o por cualquier pretexto, lo cual deriva en que no saben poner límites. Entonces ya no es un noviazgo sano, se convierte en una relación violenta.
Por lo tanto, la mejor forma de prevención de situaciones de riesgo que podrían vivir nuestras hijas, son la comunicación, guía, orientación y acompañamiento emocional.
EL “AMOR ROMÁNTICO”, UN PRETEXTO PARA EL ABUSO Y SOMETIMIENTO
El modelo de amor romántico presente en la cultura occidental es uno de los factores que facilita, favorece y sustenta la violencia de género en las relaciones de pareja.
Este tipo de violencia es ejercida, mayormente, por parte de los hombres hacia las mujeres con el objetivo de controlar y lograr el poder sobre la relación. El modelo cultural de amor implica para las mujeres una renuncia personal, un olvido de sí mismas y una entrega total que potencia comportamientos de dependencia y sumisión hacia los hombres.
La psicóloga y sexóloga española Pilar Sampedro explica que las mujeres que buscan el amor romántico tienen más posibilidades de vivir violencia, consentirla y permanecer en ella "porque esa relación da sentido a su vida".
Del mismo modo, establece algunas características del modelo amoroso de la cultura occidental:
* el gusto por las desgracias,
* por los amores imposibles,
* la hiperidealización del amor y de la persona amada;
* ideas que no fomentan el conocimiento y el respeto del otro, especialmente, hacia la mujer.
Las jóvenes responden a ciertos estereotipos de género que estipulan que el éxito y el reconocimiento social y familiar dependen de una relación de pareja. Estas concepciones hacen que las mujeres soporten cosas que les desagradan porque piensan "que la vida sin pareja puede ser bastante peor".
Ha sido una creencia socialmente aceptada por generaciones que el noviazgo es la época “ideal” de una pareja, donde se vive cada momento con intensidad, alegría y pasión. Y también se acepta como natural que con la convivencia las cosas cambien y que poco a poco, de aquella época romántica sólo queden recuerdos. Sin embargo, hoy en día la realidad se muestra diferente pero no más optimista, porque es durante el noviazgo que las jóvenes ya se enfrentan a situaciones traumáticas que poco tienen que ver con el amor o con lo que se espera de una relación que se está iniciando.
En el caso de las mujeres, los mitos y creencias relacionados con el "amor romántico" forman parte de su educación y de su socialización, convirtiéndose en un objetivo vital prioritario. Estos mitos son un conjunto de creencias socialmente aceptadas y compartidas sobre el verdadero concepto del amor.
Por ejemplo, una creencia es que los celos son un signo de amor, e incluso el requisito indispensable de un "verdadero amor". Piensan que si no hay celos en su relación, entonces su pareja "no las ama los suficiente". Y eso no es así.
Hay muchos otros mitos sobre el amor romántico, la mayoría alimentados por novelas, películas y canciones. No hay que pensar mucho para encontrar algún momento en el que hayamos dicho o escuchado:
-Te querré por siempre.
-Pase lo que pase.
-Por ti lo dejaría todo.
-Te quiero más que a mi propia vida.
-Él es mi pareja ideal, me llena en todos los sentidos y espero estar a su lado el resto de mi vida.
Todo esto suena muy bonito pero es falso y, muchas veces, riesgoso. El amor verdadero, el que está ahí afuera en el mundo real... no es así.
Idealizar el concepto del amor es común, solemos confundir el sentimiento puro del amor con la etapa de enamoramiento, idealizando a cualquier sujeto por el que sentimos algo a lo que llamamos “amor eterno”. Sin embargo, es sumamente peligroso dejarnos llevar por esas sensaciones, pues podríamos caer en situaciones de riesgo al entregarnos de forma absoluta, cayendo estrepitosamente en una relación destructiva, donde en nombre de un falso “amor”, permitimos una serie de abusos que, la mayoría de las veces, se transforman en sometimiento, control y violencia.
Generalmente las conductas violentas en las relaciones de parejas jóvenes no son percibidas como violentas, ni por las víctimas ni por los agresores, porque suelen confundir maltrato y ofensas con amor e interés por la pareja. En el noviazgo se pasa de la mera simpatía o del simple gustarse, a una nueva relación de mayor conocimiento y que a su vez debe estar inspirada por el espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza.
Por eso, debe insistirse en la necesidad de "desnaturalizar lo que las jóvenes consideran normal: los celos (no nos cela porque nos quiere más); el control (está pendiente de nuestros horarios, con quien estamos, cuánto tiempo estuvimos); el aislamiento (al principio y con dulzura nos comienza a manifestar que no vayamos a tal o cual lado porque quiere estar con nosotras)... En otras palabras, debemos eliminar los roles de género que determinan culturalmente que el varón es el que domina, y colocan a la mujer en el lugar de la sumisión. El objetivo es que las jóvenes no terminen atrapadas en relaciones violentas, posesivas y tóxicas.
Es indispensable trabajar con la idealización que construyen las jóvenes con el amor romántico, ese amor que todo lo perdona, que todo lo entiende, ese amor que disfrazado de amor para toda la vida es, en realidad, el comienzo de una relación intoxicada por el control y la posesión.
Mujeres y hombres deben romper la idea de relacionar amor y violencia, así como dejar de vincular los celos, la posesión y los golpes con el amor. Deberían preguntarse qué tipo de relaciones quieren construir. Ambos tendrían que considerar que la idea del amor debería estar vinculada con relaciones equitativas y de respeto genuino por la otra persona.
VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO:
Mujeres y hombres viven de forma distinta las relaciones de pareja. Mientras que ellas procuran y cuidan a los otros, ellos priorizan su individualidad.
Las mujeres no identifican la violencia y cuando lo hacen, la justifican, por lo que salir de esta situación es difícil. Aunado a esto, existe una legitimidad social hacia la violencia que se vive dentro de una pareja.
El amor tendría que vivirse con mucho disfrute y aprender a identificar lo que nos impide ese disfrute. Lo que nos lastime, lo que nos incomode, lo que nos impida el desarrollo profesional, académico o personal debemos ahuyentarlo.
En cualquier relación, el enojo también forma parte habitual del conocimiento mutuo. Una discusión puede ser sana, siempre y cuando vaya unida a la inteligencia y al respeto mutuos, causando el menor daño posible entre la pareja. Pero el enojo explosivo, el que daña o agravia, no debe ser tolerado nunca.
Tenemos que promover y difundir una cultura de respeto a los derechos humanos, pero en particular, sensibilizar a la juventud sobre este problema que se debe atender, para que las chicas aprendan a reconocer que son víctimas de violencia. Es necesario prevenir situaciones de violencia, detectar signos de "alerta" y revisar la relación en el interior de las familias involucradas.
Los empujones, los tirones de pelo, las cachetadas, las burlas o los insultos son conductas violentas que, no obstante, se presentan más de lo pensado entre las jóvenes, y en general pasan desapercibidas o se interpretan como juegos o expresiones de afecto Pero este tipo de comportamientos es la característica de una relación violenta.
De la misma manera, es muy frecuente también el maltrato emocional, cuyos indicadores son, en general, amenazas de terminar la relación, acusaciones, descalificaciones y/o celos excesivos. En estos casos, el problema puede ser más difícil de resolver porque al no haber golpes físicos, las jóvenes no perciben que están viviendo una relación violenta y muchas identifican esas conductas como indicadores de cariño.
Muchas mujeres maltratadas durante el proceso de recuperación hemos descubierto que la violencia con las parejas era evidente y había comenzado en el noviazgo, a pesar de que nunca, al menos en mi caso, lo percibí de ese modo.
La violencia es una conducta aprendida, previa a la formación de la pareja y no cambia espontáneamente por la voluntad o las promesas, tal es así que el 25% de las mujeres asesinadas por su pareja son novias entre 14 y 25 años que creyeron en el amor romántico en lugar de velar por su seguridad; lo que sucede es que a veces las mujeres involucradas no se reconocen como inmersas en un cuadro de violencia, pues muchas de sus características coinciden con el perfil tradicional en las que el varón es quien ejerce el poder absoluto sobre ellas, naturalizando la violencia y ocultando el contexto social del problema.
La violencia disfrazada de amor es difícil de detectar (pero posible). Los signos de maltrato durante el noviazgo son desconocidos para gran parte de las mujeres, quienes los confunden con muestras de afecto de sus parejas, ya que sienten que es "el amor de su vida" , y en realidad están ocultando conductas controladoras .
Los estudios realizados indican:
- La edad en que son más vulnerables a la violencia es en la adolescencia.
- Es una situación que se mantiene en silencio porque la gran mayoría considera que son conductas normales, que no aumentarán y no se atreven a denunciar.
- Es más común que la ejerzan los hombres..
- Puede darse al poco tiempo de iniciar el noviazgo, después de algunos meses o años y seguramente continuará en caso de que lleguen a casarse.
- Esta situación se da en todos los estratos sociales.
- Una pareja violenta es muy probabale que tenga antecedentes de violencia en su familia y su conducta no cambiará espontáneamente.
- Inicia con la violencia psicológica después se pasa a la física, luego a la sexual y, en muchas ocasiones, al asesinato de las mujeres.
Los noviazgos con violencia, tienen un patrón de conducta controladora, abusiva y agresiva que el varón utiliza para obtener el poder físico y el control psicológico en una relación amorosa. La violencia en los noviazgos es igual de seria que la violencia doméstica entre adultos y puede llegar a ser también fatal.
Enseñar a las jóvenes a mantenerse alertas a las señales es una medida positiva, pero eso no se logra de la noche a la mañana, es necesario educarlas desde la niñez, a través del ejemplo y de la buena comunicación, a respetarse a sí mismas y a no permitir que su dignidad o integridad emocional, física y sexual sea vulnerada en nombre del “amor”.
Es fundamental evitar que nuestras hijas sean desvalorizadas, que su autoestima sea atacada y enseñarlas que no deben convertirse en "esclavas" de nadie...eso NO es amor.
El esquema que se presenta a continuación ilustra el ciclo de la violencia en una relación, sea de noviazgo o en convivencia:
Ciclo de la violencia
1. Etapa de Acumulación de Tensión: Se manifiestan insultos, reproches, escenas de celos y control, silencios prolongados, burlas, malestar constante y
en aumento.
Cuando nos
encontramos ante una
relación establecida en
cronicidad violenta, este
ciclo se sucede, una y
otra vez, donde el
sistema de relación va
construyendo una
espiral y el tránsito
entre las diferentes
etapas es más rápido,
modificando el grado de
violencia en cada fase.
1. Etapa de Acumulación de
Tensión: Se agregan incidentes que pueden incluir algunas formas de maltrato físico (“no golpes”),
empujones, apretones de brazo, tirones de cabello, trabas, etc.
2. Etapa de Estallido de Violencia: Se manifiestan incidentes con todo tipo de agresión física, golpes, rotura de objetos y amenazas.
2. Etapa de Estallido de Violencia: Puede tomar características aún más graves, ocasionando lesiones severas y
llegar hasta la muerte de cualquiera de los protagonistas.
3. Etapa de arrepentimiento: Se manifiestan expresiones de perdón, promesas de cambio, interés sexual, regalos y “tranquilidad”.
3. Etapa de arrepentimiento: Comienza con expresiones “afectuosas” breves, pasando rápidamente al acoso sexual y
pudiendo llegar a la violación.
En un principio, la víctima cree que podrá controlar la violencia por parte de su pareja. En esta primera fase,
la violencia suele ser de menor frecuencia y gravedad que la de fases posteriores, adoptando, a menudo, la forma de abuso emocional.
El agresor la descalifica con frases tales como: “Cállate, tú no sabes de esto”; “Ya te he dicho que no quiero que te vistas así”
La joven intenta acomodarse al agresor para evitar ser agredida, permanece pendiente de sus gestos, de lo que a él le gusta y de lo que le irrita. Comienza así a aumentar su vulnerabilidad y su dependencia, olvidándose de sí misma, de lo que le interesa o no, y realizando sólo aquello que le satisface y apetece a él, creyendo que de este modo evita el enfado y la violencia posterior. En este período es cuando ella se aísla, deja de frecuentar a sus padres y amistades, espaciando las visitas. Evita las reuniones con su círculo de amistades muchas veces, para evitar discusiones o malostratos en presencia de terceras personas.
La mayoría de los agresores combina la conducta violenta con otro tipo de comportamientos amorosos y complacientes, a través de los cuales convence a la víctima de que la violencia no va a repetirse, alternando dos estilos opuestos de conducta, como si se tratase de dos personas diferentes.
También aparece afable y cordial frente al resto de la gente. Esto es lo que suele denominarse como doble fachada, característica que lo hace aparecer como un amante enamorado y tierno en el período que se denomina de Luna de miel o Arrepentimiento dentro del ciclo de la violencia y, luego como un ser descarnado y feroz durante los episodios de violencia.
En las fases más avanzadas, el agresor amenaza a la víctima con actos violentos muy graves si ésta llegara a abandonarle. Estas amenazas pueden incluir temor de que algo suceda, incluso, sobre la seguridad de los familiares de la joven. También pueden existir amenazas de suicidio que la harán sentirse culpable.
¿QUÉ PODEMOS HACER LOS PADRES?
Es necesario que estar alerta a las señales que indiquen modificaciones de la conducta o de las actitudes hacia las personas cercanas y cambios repentinos de humor sin causa aparente que nuestra hija manifieste.
Debemos prestar mucha atención al trato que el agresor tiene con nuestra hija, más que a la forma simpática y agradable que pueda demostrar con nosotras y el resto de la familia.
Es importante prestar atención a marcas o cicatrices, moretones o rasguños que ella pretenda ocultar o para los que no tiene una explicación coherente acerca de cómo ocurrieron. Tomemos muy en consideración, si nuestra hija dice “haberse caído” o “haber tropezado” con cierta frecuencia. Generalmente, las marcas de los golpes se enmascaran detrás de supuestas “caídas”.
Hay que involucrarse y hablar con las amistades y personas cercanas sobre lo que se ha visto u oído con referencia a conductas violentas del agresor. Las escenas pueden incluir, por ejemplo, desde cierto abuso en el lenguaje hasta el maltrato a las mascotas, en especial si se trata de los animales preferidos de la joven.
Casi siempre, después de la explosión de la violencia y cuando la joven decide que se alejará, el agresor puede pedir perdón, jurar que no lo volverá a hacer, incluso, en algunos casos, acudirá a una consulta con algún profesional y hasta comenzará un tratamiento. Estas reacciones tienden a convencer a todo el grupo de amistades y familiares, incluida su pareja, de que realmente quiere cambiar y de que lo intentará.
Si identificas algún signo de violencia en la relación de pareja de tu hija:
Trata de hablar con alguien del círculo de amistades cercano a ella que pueda corroborar o desmentir lo observado.
Acude a un profesional especializado en tratar la violencia de género, que tenga asistencia a mujeres jóvenes, allí podrán recibir información y ayuda para saber cómo ayudarla.
Es muy importante que intentes establecer un diálogo y una buena comunicación con tu hija. Crear un clima de confianza donde hablar e intercambiar opiniones acerca de la violencia en las relaciones de pareja y de los modelos de pareja que ella considera “normales”, así como también acerca de las formas de resolver los conflictos en la pareja
Enfatiza que:
* Los insultos y descalificaciones son malos tratos.
* El control y los celos NO son amor.
* Los golpes y el maltrato NO son formas corrientes de resolver problemas en una pareja.
La violencia en el ámbito de la pareja es un delito que implica riesgos, cuyos efectos trascienden la vida privada. La violencia en el noviazgo es un delito grave que nos incluye a todos y a todas y, frente al cual, debemos actuar.
El aislamiento es el factor de mayor riesgo para una víctima de violencia. El agresor siempre intenta aislarla, separarla de sus amistades y de su familia, logrando de este modo aumentar su vulnerabilidad y dependencia. Los padres o tutores deben saber que su presencia puede evitar situaciones de alto riesgo.
Para contrarrestar este efecto de aislamiento deben ejercer la acción contraria:
* Arroparla
* Llamarla por teléfono
* Atenderla
* Estar muy presentes
* Hacer “una red” entre amistades y familia cercana, turnándose para estar en contacto permanente.
* No enfadarse ni ofenderse si ella muestra fastidio por las llamadas. La próxima llamada telefónica o visita es conveniente que la realice otra persona de esa red.
* No permitir que el agresor logre aislarla aumentando la vulnerabilidad de la joven, favoreciendo las situaciones de dominio y sometimiento.
El vínculo con un hombre violento, intimida y quita la libertad de acción y de pensamiento. Las secuelas del miedo, que él ha sabido inculcarle a ella, a través de amenazas, insultos, golpes y descalificaciones, acortan la capacidad de tomar decisiones y ser autónoma. Por tal motivo, el apoyo y la protección de sus padres y amistades son muy importantes. El soporte que ellos le presten, será fundamental para su fortalecimiento y recuperación.
Es esencial que el círculo de amistades y familiares más cercanos sepan que es muy importante lo que pueden hacer para ayudar, prevenir y paliar los efectos presentes y futuros de la violencia que padece esa joven a quien amamos y nos necesita.
¿Por qué las jóvenes maltratadas permanecen con sus novios?
Lo primero que dicen es que los quieren, pero luego hablan de su inseguridad, manifiestan sentirse culpables de no ser la mujer esperada por él y además les tienen miedo. Pero también piensan que nadie les va a creer porque el novio es bueno con todo el mundo y se echan la culpa pensando que ellas provocaron al agresor y, por lo tanto, merecen ser maltratadas.
Este es un cuadro de situación muy típico porque la persona abusiva desarrolla su comportamiento en privado, mostrando hacia el exterior una fachada respetable que hace que las posibles denuncias en su contra sean poco creíbles y carezcan de verosimilitud.
La violencia contra la mujer (niñas, jóvenes y adultas) es un problema social que debería ser reconocido por toda la comunidad y que sin embargo, históricamente, ha sido tomado con indiferencia o incredulidad.
Las razones son múltiples y entre ellas se cuenta el hecho de que reconocer la violencia significa desbaratar los cimientos de una cultura arraigada donde la mujer debe soportar los abusos de su pareja; es por este motivo que esposas, novias y compañeras sufren en silencio hasta las consecuencias más fatales. Sin embargo los tiempos parecen estar cambiando y, afortunadamente, cada vez son más las personas que se animan a romper el silencio.
Algunas de las razones por las cuales las jóvenes no cuentan a nadie sobre la violencia que sufren son:
* El miedo a que las personas adultas subestimen lo que les ocurre. Temen a que no les den importancia.
* Creer que controlan (y controlarán) la situación.
* Creen conocerle a él y saber cómo llevarle.
* El miedo a tener que iniciar una acción judicial. La justicia parece un lugar reservado sólo para “cosas más graves”.
* El miedo a perder su libertad (una vez que los padres se enteren de la violencia). Creen que serán controladas en todo momento.
* El miedo a la falta de confidencialidad. Creen que “todo el mundo” se enterará de lo que les ha sucedido.
* El temor a la presión de la familia y amistades para que se aleje del agresor cuando ella aún piensa que lo ama. Ella aún puede tener sentimientos contradictorios y no está decidida a poner fin a esa relación.
* La vergüenza frente a la familia y amistades que muchas veces alertaron del comportamiento violento del agresor. Admitir que tenían razón, que ella se ha equivocado puede ser muy duro.
* Preocupaciones por su estado inmigratorio o el de su familia. Si en la familia hay problemas de “papeles” temen que denunciar este hecho sea parte de un operativo mayor que llevará a la expulsión del país o similar.
* Vergüenza y temor por las repercusiones de un arresto. ¿Qué pasaría si lo arrestasen? ¿Sería ella la culpable? ¿Los amigos la despreciarían?
* El miedo a la reacción del agresor. A veces, éste la amenaza con una agresión mayor (hacia ella y/o hacia su familia) si lo denuncia o le promete que si no lo denuncia la dejará tranquila para siempre. Una de las tantas formas de manipulación que la víctima sufre por parte de su pareja, que es el agresor.
Sin embargo, para salir de una relación de noviazgo violenta, el primer paso es reconocerse como víctima. Lo más importante es el “autoreconocimiento” de las jóvenes en las situaciones de violencia y el rol de los padres en el acompañamiento. Muchas chicas no se reconocen en las situaciones de violencia. Es necesario, como primer paso para solucionar el problema que las chicas se identifiquen con las situaciones que viven. También es importante el rol de los padres que intervienen al advertir las relaciones violentas porque las ven desde otro punto de vista. Sin embargo, muchas chicas creen que porque sus padres no quieren al novio, ven fantasmas en la relación.
Reacciones de los padres al conocer los hechos violentos:
Suelen reaccionar con la furia del primer momento, en el cual quisieran aplicar la justicia con sus propias manos. Esa sensación de traición a la confianza ofrecida por la familia, de querer salir a “pagarle con la misma moneda”.
También pueden adoptar una postura de desconcierto al pensar que “no deben intervenir”, “que ella es mayor y sabe lo que hace”, “que si se enfadan con ese chico su hija se enfadará con ellos y no los querrá ver nunca más y será peor”. “Es algo que pasará”, piensan, a la vez que se debaten entre el miedo a perder la confianza de su hija y ver que algo grave está sucediendo.
En pocas palabras, la angustia los confunde y los interroga: ¿Cómo actuar frente a una hija que aparece en este momento como una niña, más vulnerable y atemorizada que cuando tenía 5 o 6 años?
Tanto en la prevención como en el proceso de recuperación de una joven víctima de violencia por parte de su pareja, el círculo cercano que la arropa y le brinda contención, es siempre un elemento fundamental. Su intervención acertada puede evitar situaciones de violencia y muchas veces hasta salvarle la vida.
Una de las diferencias de la violencia en la pareja de mujeres jóvenes, es que en éstas, el grupo de amistades puede ejercer una influencia enorme para tomar conciencia y ayudarlas a lograr alejarse del agresor. En la juventud, el grupo de amigas y amigos es muy importante y apreciado, es un círculo de referencia que puede prestar gran ayuda. Los padres deben acercarse a las amistades de su hija que ven que la están ayudando o podrían hacerlo.
¿Cuándo intervenir?
Desde el primer momento que sospeches o intuyas que tu hija (o amiga) puede estar siendo víctima de violencia por parte de su pareja. No esperes a ver golpes o marcas en su cuerpo.
No creas que al pensar o intuir esto, estás exagerando o aumentando los hechos. Es probable que la sensación o pensamiento de que existe un problema de violencia, aparezca cuando el problema ya lleva mucho tiempo sucediendo.
Si tu hija se ha animado a confesar que es víctima de violencia por parte de su pareja:
* Agradécele haber confiado en tí.
* No dudes de su relato.
* No la agobies preguntándole detalles o situaciones precisas.
* Escucha atentamente lo que describe. Adopta una actitud receptiva, sin preguntar y sin juzgar.
* No censures, No cuestiones, No preguntes. Respeta sus silencios.
* Ofrece acompañarla a un Centro o Agencia especializada.
* Deja muy claro, sin estridencias, que lo que acaba de relatar es una situación de riesgo para su vida, y
que tú estás allí para ayudarla.
* Ten paciencia. Respeta sus tiempos
Aún hoy, se continúa silenciando la violencia que afecta a las mujeres de todas las edades. Los padres de las jóvenes víctimas de violencia por parte de su pareja, desconocen lo padecido por su hija hasta que ella regresa a convivir con ellos; o hasta que un episodio de violencia muy grave provoca la intervención de la policía o el servicio de asistencia médica de urgencia, por ejemplo.
En el caso de las amistades cercanas, éstas también desconocen la profundidad y gravedad de la violencia, aún cuando a veces han presenciado discusiones entre la pareja, que no asocian a una conducta violenta, y no creen que esas peleas se podrían repetir y agravar en otras circunstancias. Nadie piensa que él puede pasar a la violencia física cuando la pareja se quede a solas.
LA PREVENCIÓN, EL MEJOR RECURSO PARA EVITAR LA VIOLENCIA:
Nosotros, madres y padres de familia, no debemos dejar a nuestros hijos y, sobre todo hijas, a la deriva. Debemos acercarnos para orientarlas y evitar que sean afectadas por una relación donde el control prevalezca y se incremente con signos de violencia.
Es importante abordar el tema del noviazgo con los hijos, principalmente con las hijas, incluso mucho antes de que se presente en ellas la idea de comenzar una relación.
Debe hablarse de lo que es un noviazgo y cómo debe ser la relación con la otra persona, estableciendo reglas de común acuerdo. Acordar a qué edad es bueno comenzar un noviazgo y cuál es el comportamiento apropiado que deben seguir con la pareja y por qué. Hablar de las dificultades que acarrea el iniciar una vida sexual de manera prematura.
Hablar de las razones por las que el novio debe estudiar o trabajar, de por qué el novio no debe ser un alcohólico o usar drogas; el novio no debe de abusar emocional, sexual o físicamente. Hablar acerca de los celos, el saber decir No a situaciones que dañen su integridad, hablar sobre las ventajas y desventajas de tener un noviazgo. Hablar sobre el respeto que debe prevalecer ante cualquier situación y enseñarle a los hijos varones a respetar a las mujeres. El ejemplo que les demos en casa es trascendental.
También es prioritario hablar con nuestros hijos e hijas sobre los planes que tienen para su vida profesional, sus metas y cómo lograrlas y de qué manera puede afectar un noviazgo prematuro en la realización de sus sueños.
Claves para identificar un noviazgo violento
Debemos entender que la violencia no se limita a las golpizas y los abusos físicos. Existe otro tipo de violencia subterránea o violencia sutil, la cual causa estragos que de alguna manera terminan reflejándose en nuestra sociedad, ya que la víctima se desgasta psicológicamente, el agresor ataca la identidad del agredido, su autoestima se daña; es decir, estamos hablando de una crueldad mental, el deseo de humillar, denigrar y herir. Se dice que este tipo de violencia está probablemente más difundida que la violencia física.
Se puede aseverar que este tipo de violencia puede disfrazarse de diversos modos, que aparentemente suenan como inofensivos o se perciben como no dañinos; por ejemplo, una pregunta, un sarcasmo, una burla, una sonrisa o una simple observación, insinuaciones, algo que no se dice, una actitud distante o indiferente, la falta de agradecimiento, frases en las que no importan las palabras, sino el tono que se utiliza, comentarios desestabilizadores disfrazados con un exceso de amabilidad, evidenciar a la persona, burlarse de ella en público, comentarios hirientes.
Existen claves o señales, las cuales representan pequeños detalles que debes considerar importantes cuando estén presentes en una relación o futura relación de noviazgo, ya que detrás de ella hay significados trascendentes que pueden implicar una mala relación a futuro. Este tipo de personas no convienen, bajo ninguna circunstancia, para ningún tipo de relación y mucho menos de noviazgo:
Tu pareja:
- ¿Te desvaloriza, te ofende o te descalifica?
- ¿Te obliga a hacer cosas que no quieres?
- ¿Amenaza con dejarte cuando no haces lo que quiere?
- ¿Sientess miedo a sus reacciones?
- Aunque sea jugando, ¿alguna vez te empujó, te pegó, te torció el brazo?
- ¿Se enoja cuando les dedicas tiempo a las cosas que te gustan?
- ¿Expresa celos por tus amigos o tu familia o hace de eso un conflicto?
- ¿Te controla las llamadas telefónicas, los mensajes de texto del celular o los mails?
- ¿Pretende cambiar tus decisiones?
- ¿Se enoja si no le avisas que sales?
- ¿Critica tu forma de vestir?
MUJER:
El noviazgo es el reflejo del matrimonio que se tendrá en un posible futuro. Es difícil que un noviazgo violento se transforme con el matrimonio..
Hay que desnaturalizar la violencia entre los jóvenes, y para eso es necesario plantear la educación desde una perspectiva de género desde el nivel inicial, para que desde la niñez no se reproduzca el modelo cultural machista. La escuela, la sociedad, la familia y el Estado tienen un rol fundamental para modificar estos aprendizajes
Una relación sana consiste en convivir, conocerse mutuamente, aprender a quererse, respetarse en pareja, escucharse, negociar de una manera justa, reconocer los sentimientos y emociones de ambos, pero cuando hay golpes, humillaciones, gritos, denigración, entonces comienzan las violaciones a los derechos humanos, y no debemos permitirlo.
En todas las relaciones existen conflictos, sin embargo una pareja saludable sabe resolverlos sin agresiones o violencia a través del diálogo, el entendimiento y la tolerancia.
En una pareja debe prevalecer el bienestar emocional, físico y psicológico, salvaguardando el valor de la dignidad y del respeto femeninos, y eso debemos entenderlo todas las mujeres y enseñarlo, con el ejemplo, a las nuevas generaciones.
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