Ya hace casi cuatro años de un pleito muy feo que tuvimos -aparentemente por una situación sin importancia-, pero para mí, que conozco y he vivido a fondo esta situación, sí tenía mucha importancia. Él se quería llevar a mi hija menor a un retiro de una iglesia. La niña tiene 10 años. Tenía 6 en aquel entonces, y había un evento para niños de muchas iglesias fuera de la ciudad. Mi marido se alborotó y se empeñó en ir y se quería llevar a la niña con él.
Te voy a contar mi secreto en detalle para que me entiendas, y por favor… ayúdame, pero no me juzgues:
Cuando yo era más joven trabajé en una empresa y allí hice amistad con el dueño. Él es muy diferente a mi marido, un hombre de negocios inteligente. Mi marido en cambio es un hombre que no terminó la escuela; tiene un trabajo que lo puede hacer cualquier persona, aunque gana un poco más por sus años de antigüedad, pero es un hombre, de hecho, mal educado en todo el sentido de la palabra: es un machista, autoritario, sucio. Tiene toda su vida asistiendo a la iglesia, pero no le sirve de mucho. Mi esposo en la iglesia pone una cara de santo, como muchos lo hacemos.
Hice todo lo que pude para mantener a salvo mi terrible secreto. Lo que pasa amigos, es que... mi problema era que yo sabía que en ese lugar iba a estar también el verdadero papá de la niña.
Por eso me enamore de ese hombre atento, limpio y varonil, mi antiguo patrón. Y aunque por yo ser casada fue un amor imposible, de esa relación salí embarazada de mi hija menor. Yo creo que ese embarazo fue la antesala al infierno que hoy estoy viviendo.
Tuve que ingeniármelas de mil maneras para aparentar que mi marido era el padre de la criatura. Y hasta el día de hoy, absolutamente nadie sabe la verdad, solo el papá de la niña y yo. Él me ofreció ayuda económica en durante el embarazo y por varios meses después, pero por la crisis su negocio se vino abajo y por un tiempo lo perdí de vista.
Después me enteré que empezó a ir a una iglesia, y que perdió casi todo, por problemas financieros.
Un domingo, sin esperarlo, por una cruel coincidencia me topé con él. Con el verdadero papá de mi niña y en la misma iglesia a la que voy; él yá -muy de ayudante de un ministro invitado-, y hasta pasó al frente, pero se quedó mudo cuando me miró (pues a propósito me senté en la banca de enfrente cuando él estaba hablando).
Estaba yo nerviosa, pero a la vez me dio tanta risa por dentro. Pero luego de pensarlo mejor, me salí y me fui. Él me buscó en la semana dizque para pedirme perdón... Ustedes saben, él vino a mí muy arrepentido de lo que “había pasado” entre nosotros, pero… pues el daño ya estaba hecho. Y aunque amo a mi hija, cada día siento que se me clava un cuchillo en el pecho al levantarme.
Por muchas razones ahora mi marido y el papá de la niña a veces cruzan sus caminos, como en esa ocasión en que ambos iban a estar en el mismo lugar y bajo el mismo techo. Y yo simplemente no quería, no sea que al papá de la niña le entre lo “arrepentido” o el “sentido paternal” y le diga algo a mi marido o a la niña.
Ese es mi miedo y mi temor día tras día. La niña entre más crece, menos se parece a mis otros hijos, y se parece muchísimo a su verdadero padre. Mi marido no sospecha nada. A veces, hacen bromas en la familia de que la niña parece hija de “rico”, y yo me rio con ellos, pero clamando a Dios que mi secreto jamás se descubra. Sinceramente, no creo tener futuro ni de bien, ni de prosperidad. Leo con vehemencia sus mensajes y estoy atenta a todo lo que me dicen, pero aunque sí me alientan sus comentarios, más tarde me enfrento a la realidad: yo cometí un grave pecado, y llegará el día en que tenga que pagarlo. Sé muy bien que no lo voy a pagar yo sola, sino que probablemente lo tenga que pagar mi hija, mi marido, y quién sabe cuánta gente más.
1 comentario:
Que pena por tus hijos , de tener a una madre como tu......por personas como tu que se escudan en defectos de su pareja para asi serles infiel
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