viernes, 9 de agosto de 2013

El extraño caso de una mujer que estuvo embarazada 46 años

Marruecos.- Los científicos están consternados por el extraño caso de Zahra Aboutalib, una humilde mujer marroquí, que vive en una pequeña aldea de la ciudad de Casablanca.


En 1955, a los 26 años de edad, Zahra estaba embarazada de su primer bebé. Ella estaba feliz y esperaba con ansias el día de su nacimiento. 
Un día como era de esperarse, se le presentaron las contracciones. El dolor era insoportable y estaba sangrando mucho; pero después de más de cuarenta y ocho horas de dolores de parto el bebé aún no nacía, así que la llevaron de urgencia al hospital.




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En el hospital le informaron a Zahra que solamente podría tener a su bebé si le era realizada una cesárea. Sin embargo, en ese preciso momento otra joven mujer moría en una terrible agonía en la mesa de operaciones tras una cesárea; y Zahra sintió mucho miedo y decidió que si tenía que morir, iba a morir en su casa. Así que convencida de que moriría se marchó.

El dolor y sufrimiento continuaron por varios días, pero el bebé aún no nacía.
Su hermana estuvo todo el tiempo junto a ella, y le dijo: “Si no puedes tener este bebé, yo te daré a mi hija”. 

Pocos días después el dolor cesó, las contracciones desaparecieron y los signos vitales del bebé dejaron de sentirse, por lo que Zahra pensó que esta situación se debía a una antigua tradición de su cultura. Ella pensaba que tenía un “bebé dormido” y que algún día su bebé iba a despertar. Así que, Zahra lo dejó dormir… "Los bebés dormidos" son, según la creencia popular marroquí, los bebés que pueden vivir dentro del vientre de una mujer para proteger su honor.
Los vecinos de la mujer pronto comenzaron a especular acerca de lo que creían que le había pasado al bebé de Zahra. Ellos tenían sus propias teorías y pensaban que alguien le había echado una maldición.
“Sólo Dios sabe si eso es verdad, pero mi bebé nunca más se movió”, dice la entristecida mujer.

Tratando de olvidar a su “bebé dormido” Zahra adoptó a tres niños: sus hijos crecieron, y luego los hijos de sus hijos crecieron también. Pero cuarenta y seis años más tarde, la salud de Zahra comenzó a deteriorarse rápidamente y reaparecieron los dolores que había sentido casi medio siglo atrás.
Los doctores de la localidad hicieron todo lo posible por descubrir qué le sucedía a Zahra, pero decidieron que la mujer debía ir a un hospital de Rabat, la capital de Marruecos, para realizarse estudios más profundos.

“Alguien tocó a mi puerta y allí estaba una anciana asida de dos personas. Se veía muy débil y exhausta y además tenía el vientre muy abultado”, dijo el Profesor Taibi Ouazzani al ver a Zahra por primera vez.

El Profesor Ouazzani le hizo una prueba de ultrasonido, pero no pudo determinar exactamente de qué se trataba, pues la mujer parecía tener un tumor de ovario, ya que sólo se apreciaba una masa blanca…
Así que el profesor decidió enviarla al especialista en radiografías, el Dr. Bensouda, para que diera una segunda opinión. Bensouda le realizó una ecografía para ver qué tenía Zahra en su abultado vientre.
En la ecografía sólo se podía apreciar una masa blanca con calcificaciones. Sin embargo, el Dr. Bensouda decidió profundizar más el estudio con el escáner. Lo que descubrió lo dejó en shock.

Cuarenta y cinco minutos más tarde el Dr. Bensouda llegó temblando y me dijo: “Profesor Ouazzani esto… esto es un embarazo”.
El Dr. Ouazzani quedó tan perturbado con la respuesta del Dr. Bensouda que ordenó otro escáner. Era tan extraño y bizarro este caso, que los doctores no salían de su asombro. En el tercer estudio los doctores comprobaron que se trataba de un embarazo ectópico abdominal (un embarazo fuera del útero). En el insólito caso de Zahra, el bebé se quedó casi al final de la Trompa de Falopio, pero no pudo entrar por completo en el útero, así que su embarazo se desarrollo en el área abdominal. La mayoría de los fetos no pueden durar con vida más de tres meses, pero el bebé de Zahra pudo desarrollarse.
Los doctores no podían creerlo, la mujer de ahora 72 años estaba embarazada y tenía en su vientre un bebé calcificado. 


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El reto que enfrentaban los galenos era muy serio, ¿cómo podían sacar el feto de Zahra sin que esta muriera desangrada en la mesa de operaciones? El caso era muy difícil debido a que el bebé fue absorbido por los órganos vitales de Zahra. Los galenos no entienden cómo Zahra pudo sobrevivir tantos años y cómo el bebé muerto fue aceptado por el organismo de Zahra como si fuera otro órgano. Por si esto fuera poco, al mismo tiempo el cuerpo de Zahra para protegerse de la infección del “cuerpo extraño” desarrolló una capa protectora calcificada alrededor del feto muerto.


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Así es que, Zahra tuvo que enfrentarse a una operación mucho más peligrosa que la que había tratado de evitar cuarenta y seis años antes. La operación fue muy riesgosa, ya que cualquier equivocación podría dañar órganos vitales, y Sahra terminaría desangrada en la mesa de operaciones. Poco a poco el Dr. Ouazzani fue extrayendo del interior de Zahra el feto calcificado, duro como piedra. Estaba enredado entre los intestinos, la vejiga y el estómago de la mujer. Por fortuna la mujer pudo soportar la intervención que duró cuatro horas, y se logró extraer con éxito el feto con apariencia humana de siete libras de peso y 42 cms de largo. 

El bebé de Zahra es un caso llamado lithopedion o litopedia, también conocido como “bebé de piedra”. Este es un fenómeno médico extremadamente raro. Solamente se conocen trescientos casos similares documentados. En Brasil, le fue removido un bebé lithopendios a una madre a los 18 años de haber muerto en su vientre, y en el Congo fue extraído otro bebé a tres años de su deceso.
Por ahora muchos se preguntan, ¿Zahra hubiera podido tener su bebé en 1955?

Según los doctores Zahra pudo haber muerto por hemorragia interna, por una severa infección o por rechazo de un cuerpo extraño por su organismo. Sin embargo, el bebé fue absorbido por su cuerpo. Este es un hecho sin precedentes.
No obstante, a pesar de todo, quizá la corazonada que tuvo esta mujer acerca de que podría morir durante la cesárea hace cuarenta y seis años, es válida. Posiblemente, evitar aquella riesgosa operación fue lo mejor que le pudo haber pasado a Zahra, ya que en 1955, no se disponía de los avances tecnológicos necesarios –como el escáner- para asumir las complicaciones de una placenta adherida a sus órganos internos como lo que tuvo que enfrentar el Dr. Ouazzani cuarenta y seis años después. Probablemente, Zahra y su bebé hubieran muerto aquel día.
Hoy en día Zahra le da gracias a Dios por haber tenido la sabia decisión de adoptar a sus tres maravillosos hijos, los cuales ahora le han dado nietos que la llenan cada día de dicha y felicidad.


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