miércoles, 22 de octubre de 2014

Siete razones por las que las llamamos “Zorra”

Espero tener su atención ahora.

Ser calificada con alguno de esos eufemismos que nuestra sociedad tiene para las mujeres promiscuas es inevitable, al igual que un extraño se masturbe con alguna de tus fotos en Internet, o que tus amigos casados te imaginen cuando tengan sexo con sus amantes. Y para ser calificada como tal, puede pasar cualquiera de estas cosas:

1. Reputación

Ser llamada zorra es algo que poco o nada puede tener con el comportamiento sexual. Es cosa de reputación. Puedes pasar tanto tiempo de abstinencia que ya te crecen telarañas al interior y ser considerada una; o ser una regalada que no tiene virgen ni las fosas nasales y sin embargo, contar con la suerte de que en apariencia eres toda una santa. Todo es cuestión de proyectar la imagen correcta.

La reputación atraerá a muchos más hombres a ti que antes (y a ciertas mujeres), pero puede resultar agotador, en especial si te lanzas a serlo de verdad.

2. Una falsa acusación

A veces, basta con hablar con alguien. Si ese alguien tiene una novia, esposa o acosadora frustrada, vas a quedar marcada como perra. Por el contrario, si resulta ser soltero, pero necesita quedar bien con sus amigos, van a pensar que eres una perra. Si en cambio, decides no hablar con esa persona, porque no te atrae en lo más mínimo, él y sus amigos rechazados van a decir que eres una maldita perra.

No importa que niegues serlo, que no haya sucedido, que se trate de un malentendido o que prefieras olvidar el asunto. Eres una zorra y no podrás dejar de serlo con ese círculo social que te rodea.

3. El vestuario

A todos les encantan las apariencias. Todos confían en un tipo trajeado hasta que les roba la billetera en el autobús. La gente vota por el candidato que no tiene agujeros en sus zapatos y que más da besos a los niños (aunque les haga otras cosas en privado). Si te vistes con ropa que “es la última moda en N.Y.” en tu pequeña ciudad católica tercermundista, te tildarán de puta.

Si te disfrazas de leopardo, tienes enormes senos (operados o no), botas con tacón de 15 centímetros, falda corta que pueden confundir con un cinturón y un abrigo de vinilo rosa, tienes suerte si no te ofrecen dinero al estar de pie al lado de un semáforo.

4. Envidia

Te robó a tu hombre, tus amigos prefieren estar con ella, es más alta, más delgada, todos la quieren, es una engreída, te hace quedar mal, muestra escote todo el tiempo, habla con voz de línea caliente, todo el tiempo habla por teléfono con su novio músico, todos los hombres que la invitan a salir son envidiables, todos le dicen que debería ser modelo, le pagan sin trabajar porque es bonita, es una calientabraguetas y una provocadora… y la detestas. Estás en todo tu derecho de llamarla ramera, puta, zorra o lo que se te ocurra.

Pero es posible que aún así sea mejor persona que tú.

5. Llamar la atención
La falta de afecto hace estragos con las mentes de ciertas mujeres. Cuando alguien no las llena de lisonjas por más de 24 horas, se atreven a cualquier cosa, como declararse bisexuales, besar a la novia de uno de los amigos que le gusta, subirse en la mesa de una discoteca a restregarse contra una columna o al amigo que le tiene ganas, hablar de todas sus experiencias sexuales con un taxista, darle sexo oral al primer hombre que le diga que no es demasiado deforme. O en caso de tener acceso a una cámara web, hacer un striptease por twitcam.

Todo esto naturalmente vendrá seguido de acusaciones de masturbadores crónicos de ser una puta (en especial si no queda completamente desnuda en el striptease), burlas respecto a su físico de parte de otras mujeres, cenas familiares incómodas cuando sus padres se enteren de lo que ha hecho, y algunos años después, después de una de sus múltiples depresiones, se volverá una mojigata. Pero todos la recordarán por su avatar en Twitter como la de senos asimétricos.

6. Hablar de sexo

Un emblema de la hipocresía latina es llamar zorra a una mujer que habla de sexo, como si las calladas fuesen santas. El problema usual es que cuando hablas abiertamente de sexo, los hombres creen que les estás proponiendo algo. Peor aún, si llegas a quejarte del desempeño o del tamaño de tu pareja, pueden sentirse heridos y decir que no sólo eres una puta, sino una ninfómana. Si hablas del tema para ayudar a otra mujer, de ahí en adelante asumirán que has hecho todo tipo de cosas innombrables y querrán contarte todo lo que les ha pasado. El problema principal de ser este tipo de furcia, es que las historias horribles que te cuenten te causarán pesadillas el resto de tu vida.

7. Ser promiscua

Tienes sexo con mucha gente. A veces varios al mismo tiempo. Eso no tiene nada de malo mientras te cuides y te hagas exámenes regularmente. No te preocupes por los que dicen lo contrario, que eso es pura envidia y ganas de masturbarestorbar. Pero lo difícil en esos casos es saber decir que no y estar preparada a romper cuerpo cavernoso testículosnarices para hacer clara tu negativa. Muchos tipos se niegan a entender que la motivación es importante si quieren mejor sexo.

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