Hace algunos años conocí una joven pareja que estaba planeando su matrimonio. La fiesta sería tal como ella la había soñado desde niña: un vestido blanco, flores naturales, maquillaje perfecto, muchos invitados, entrada del brazo de su padre, una canción significativa de fondo, un novio "perfecto" y, por supuesto, un anillo de bodas a la altura.
Así, tal cuento de princesa encantada, pocos meses después entró del brazo de su padre al altar de una catedral del centro de la ciudad, ante cientos de miradas de familiares y amigos. Ella lucía radiante y al novio solo le faltaba el caballo para rescatar a la princesa de alguna torre. La fiesta fue fabulosa, en un conocido hotel de la ciudad. Todos los invitados fueron sorprendidos con la aparición de un cantante famoso para interpretar la canción que tanto los "identificaba". Hasta aquí la novia era la envidia de todas las chicas solteras que asistieron a la ceremonia: todas soñaban con encontrar el amor de la misma manera, lógicamente, con príncipe incluido.
Los problemas comenzaron a hacerse notar con el transcurso de las semanas: a ambos les molestaban pequeños detalles de su pareja. El príncipe azul comenzó a desteñir al primer lavado y la princesa perdía poco a poco su encanto cada vez que comenzaban a discutir.
Y es que muchas parejas cuando se casan, buscan tener un final de cuento infantil con la leyenda: "y vivieron felices para siempre". Lo triste de esto es que desconocen cuánto sufrimiento les traerá a sus vidas el pensamiento idealista del matrimonio. Y a pesar de las múltiples advertencias de que la convivencia no es un asunto fácil de sobrellevar, parecen hacer caso omiso de esto para comenzar una batalla que siempre termina en el mismo resultado lacrimoso. Olvidan que un matrimonio debe pasar algunas de las siguientes pruebas para poder consolidarse:
Adaptarse a una nueva vida
Comenzar a convivir no es un asunto menor, y es un peligro enorme el restarle importancia. Aspectos tan sencillos como compartir una cama se puede convertir en un verdadero dolor de cabeza; compatibilizar horarios, compartir deudas y mantener una casa, son solo algunos de los múltiples tópicos que debes enfrentar una vez dado el sí en el altar.
Falta de recursos económicos
Todos quisiéramos casarnos y poseer, ya, una casa propia, un automóvil cero kilómetros y una excelente situación económica. Sin embargo, este sueño solo lo viven algunos pocos afortunados. En cambio, la mayoría de nosotros debe vivir lo que es conocido como "contigo, pan y cebolla" y luchar día a día para poder adquirir las cosas necesarias para llevar una vida a gusto, dentro de nuestros recursos.
Crisis
El tiempo lleva a las personas a madurar, y para ello se deben quemar ciertas etapas. Lo mismo pasa en el matrimonio, se deben ir pasando ciertas etapas, por ejemplo: de ser un matrimonio a tener un nuevo integrante en la familia, enfrentar crisis económicas, pérdida de trabajo, enfrentamiento de enfermedades delicadas, entre tantas otras cosas que al momento de dar el sí, ni siquiera podrás imaginar.
Demás está contar el final de la historia de esta joven pareja. No lograron vivir su cuento de hadas por más de un año y optaron por firmar el divorcio antes de darse una real oportunidad de construir una vida juntos, lejos del castillo que pretendieron hacer sobre una nube, que no fue capaz de resistir el peso de la realidad.
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