Después de unos cuantos tragos te sentís diver tida y audaz: es el estado ideal para tener sexo, pero corrés el riesgo de hacer macanas.
Una caipiroska y un par de margaritas logran que hasta la mujer más reprimida pierda sus inhibiciones en la cama. Bajo los efectos del alcohol (o con el pretexto de estar borracha) se anima a pedir, a decir y a hacer cosas “zarpadas” (según su criterio, claro).
En una investigación realizada por el European Institute of Studies on Prevention (Instituto Europeo de Estudios de Prevención), la mitad de las encuestadas confesó que sus mejores experiencias eróticas sucedieron después de beber varios tragos. “Y según otro relevamiento realizado en los Estados Unidos, dos de cada tres mujeres y uno de cada tres varones creen que el alcohol provoca el deseo sexual”, asegura la psicoanalista Laura Orsi, de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Las mujeres tenemos menos resistencia al alcohol que los varones. El exceso de tragos tiene un efecto anestésico sobre tus terminales nerviosas, incluidas las de tu zona V. “El alcohol favorece la desinhibición, y eso puede ser bueno para algunas mujeres que se liberan de los sentimientos de culpa y de las emociones perturbadoras. Pero también bloquea los reflejos eróticos, lo que lentifica la respuesta sexual. De acuerdo a la dosis de alcohol ingerida y a la tolerancia de cada mujer, ella podría tener dificultades para lubricarse y para que su vagina se dilate, aunque esté sumamente excitada”, asegura el magíster en Sexología Ezequiel López Peralta (citaconezequiel.com).
Buenas noticias: los especialistas aseguran que podés soltarte en la cama sin necesidad de emborracharte. Conocé los trucos para lograrlo.
1. Armá la escena
El sexo desinhibido no se inicia en el primer brindis, sino en una serie de estímulos: las sonrisas y las palabras insinuantes, los gestos sexy, el mirarse a los ojos y, finalmente, los besos urgentes. Para lograr lo mismo sin tragos de por medio no necesitás reconstruir la escena paso a paso, pero debés “provocar” el deseo, como suponés que lo hace un daiquiri. Para eso, mandale un SMS hot, recibilo con un beso que lo deje sin aliento y contale que tenés puesta la tanga que él adora. “Lo que sucede cuando bebemos no tiene por qué dejar de ocurrir cuando estamos sobrios: pasarla bien depende de nosotros y no de una copa de más”, apunta Orsi.
Tratá de recrear ese clima borroso de la borrachera. Para eso, apagá las luces de tu cuarto y dejá prendida solo la del pasillo o la del baño. también podés reemplazar los focos de luz convencionales por los de color rojo o cubrir la pantalla del velador con una tela de tono suave (rosa o amarillo).
3. Cambiá de locación
Para sentir la adrenalina propia del erotismo “on the rocks”, apostá a nuevos escenarios. “A mi novio y a mí nos encanta estacionar el auto en una calle tranquila y tener sexo ahí. En ese momento nos sentimos muy salvajes: igual que si hubiéramos tomado alcohol, pero sin la resaca posterior”, cuenta Valeria*, una estudiante de Derecho de 22 años. si eso te parece demasiado peligroso, buscá nuevas geografías dentro de tu casa: háganlo en la mesada de la cocina, sobre el lavarropas o en el piso del baño.
4. Inspirate
Después de unos tragos, no te importa demasiado que los vecinos te escuchen gritar o que, cuando él te arrincona a besos contra la pared, lo haga con tanto ímpetu que un cuadro se caiga y se rompa. Cuando estás sobria, la música puede inspirarte para alcanzar esa actitud de “nada me importa más que el sexo”. Armá una playlist de temas sexy (como Skyfall, de Adele, o Breath on Me, de Britney Spears). El silencio puede ser contraproducente.
5. Asumí que sos otra
Bajo los efectos del alcohol, en la cama te comportás de manera diferente a la habitual: asumís una personalidad más salvaje y osada. Pero no hace falta que bebas cinco cervezas para sentirte así. “Lo más importante es que te dejes llevar. Vendate los ojos o vendáselos a tu pareja. Lucí ropa sexy. Y, sobre todo, animate a sentir”, aconseja López Peralta. Hacé movidas nuevas (si siempre optan por el misionero, sorprendelo montándote sobre él), contale lo que sentís, gritá mucho y decí malas palabras.
6. Movete en las sombras
La madrugada invita al descontrol: lo salvaje se da mejor en los horarios no convencionales. Entonces, la próxima vez que te levantes a las dos de la mañana para tomar agua, aprovechá para acariciar a tu hombre, sin importarte que esté dormido, y “forzalo” a tener sexo. Al día siguiente, él no sabrá si lo soñó o si realmente sucedió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario