"A los 26 años me casé muy ilusionada y enamorada con mi novio de toda la vida. Pasaron unos años, llegó la rutina y un día me dí de bruces con la realidad: me siento sola, a pesar de estar casada con un buen hombre, de tener un trabajo a media jornada, dos hijos estupendos y una vida aparentemente feliz?"
Testimonios como el de Ana, mujer de 35 años, son más frecuentes de lo que podemos pensar. Que Ana tenga marido no le ha garantizado una compañía que satisfaga sus necesidades personales o emocionales. Duerme en la misma cama al lado de su marido, pero se siente sola en una relación de dos. Sus amigos y sus hijos no consiguen llenar este vacío que siente.
La clave de este problema está en la falta de comunicación y de diálogo. De alguna forma en su relación se han ido distanciando, hasta que Ana se ha visto sola, resignada porque su marido no le presta suficiente atención y a su vez se ve incapaz de contarle qué es lo que le está pasando y lo mal que se encuentra en este momento de su vida.
Con frecuencia, la mujer que se siente sola no expresa abiertamente su malestar, sino que lo esconde y lo camufla bajo otros síntomas más sutiles: baja autoestima, cambios de humor, tendencia a la depresión, somatización del malestar psíquico en dolencias físicas. Dependiendo del carácter de la persona así mostrará su confusión, pero pocas mujeres consiguen expresar abiertamente su frustración y su sentimiento de soledad.
La soledad se manifiesta cuando Ana no puede hablar con su pareja de lo que le pasa, temiendo en alguna ocasión la respuesta de su marido, y por eso guarda silencio. Si esto se repite muchas veces, acaba estableciéndose como un problema: soledad unida a incomunicación.
Pensamientos erróneos
Un error muy común en las mujeres que sufren soledad en el seno de una pareja esculparse a sí mismas de lo que les está pasando. Esto lo produce la baja autoestima, que hace que baje su tolerancia a la frustración, perdiendo capacidad de reflexión y de fuerza para reclamar una mejora de su vida.
Ver que se tiene un problema que se ha de resolver es una de las soluciones: identificar que existe y que puede resolverse.
El cambio de la situación debe comenzar por ella misma, para luego pedir a su pareja que él también realice cambios en su conducta y actitud con el objetivo de mejorar su relación, ya que en definitiva la responsabilidad se ha de compartir en una situación así.
Soluciones a la soledad
Una vez detectado el sentimiento de soledad, si la pareja no puede avanzar lo que quisieran por sí mismos, la terapia de pareja puede ayudar a establecer pautas de comportamiento y a hacer reflexionar de cómo llegaron a esta situación y cómo pueden evitar volver a cometer el mismo error.
Muchas personas evitan ir a terapia de pareja, pues en muchos círculos sociales ésta se asocia al paso previo a la separación matrimonial.
Ir a terapia no significa que la pareja vaya a separarse. Es verdad que en algún caso, al confrontar y descubrir los verdaderos sentimientos de cada miembro de la pareja, se han aclarado muchas cosas y se ha optado por la separación. Pero la mayoría de las veces, después de una terapia de pareja, se consigue mejorar la relación en cuestiones como el diálogo y la comunicación, eliminando conductas que hacían daño y perjudicaban la felicidad conyugal.
¿Se ha acabado el amor en la pareja? No necesariamente. ¿Ha habido un conflicto relacionado con la pérdida de la confianza mutua? Posiblemente sí.
Si Ana no puede hablar abiertamente con su marido del sentimiento de soledad que está padeciendo, subyace un problema de confianza unido a una incapacidad para establecer un diálogo constructivo. Y como hemos dicho anteriormente, en alguna ocasión se suma también el miedo a la respuesta de la pareja, pues podríamos escuchar lo que no queremos.
La rutina y la crianza de los hijos son motivos que pueden hacer distanciar a una pareja. El estrés del día a día: la casa, el trabajo, el colegio, las compras, las actividades extraescolares, la cocina etc., consiguen que no tengamos tiempo para ocuparnos lo suficiente de nuestro bienestar y el de nuestra pareja. Vamos posponiendo los detalles de cariño, las charlas distendidas, los pequeños caprichos cotidianos,... y eso va haciendo mella en la psique de forma negativa y en la relación de pareja.
Seamos más egoístas en nuestra relación de pareja. Recuerda esta frase: "Si yo estoy bien, tú estás bien". Es decir, no podemos hacer feliz a nuestra pareja si no somos felices nosotros mismos. Y alimenta tu relación día a día como si de una planta se tratara, pues es mejor prevenir que curar.
Testimonios como el de Ana, mujer de 35 años, son más frecuentes de lo que podemos pensar. Que Ana tenga marido no le ha garantizado una compañía que satisfaga sus necesidades personales o emocionales. Duerme en la misma cama al lado de su marido, pero se siente sola en una relación de dos. Sus amigos y sus hijos no consiguen llenar este vacío que siente.
La clave de este problema está en la falta de comunicación y de diálogo. De alguna forma en su relación se han ido distanciando, hasta que Ana se ha visto sola, resignada porque su marido no le presta suficiente atención y a su vez se ve incapaz de contarle qué es lo que le está pasando y lo mal que se encuentra en este momento de su vida.
Con frecuencia, la mujer que se siente sola no expresa abiertamente su malestar, sino que lo esconde y lo camufla bajo otros síntomas más sutiles: baja autoestima, cambios de humor, tendencia a la depresión, somatización del malestar psíquico en dolencias físicas. Dependiendo del carácter de la persona así mostrará su confusión, pero pocas mujeres consiguen expresar abiertamente su frustración y su sentimiento de soledad.
La soledad se manifiesta cuando Ana no puede hablar con su pareja de lo que le pasa, temiendo en alguna ocasión la respuesta de su marido, y por eso guarda silencio. Si esto se repite muchas veces, acaba estableciéndose como un problema: soledad unida a incomunicación.
Pensamientos erróneos
Un error muy común en las mujeres que sufren soledad en el seno de una pareja esculparse a sí mismas de lo que les está pasando. Esto lo produce la baja autoestima, que hace que baje su tolerancia a la frustración, perdiendo capacidad de reflexión y de fuerza para reclamar una mejora de su vida.
Ver que se tiene un problema que se ha de resolver es una de las soluciones: identificar que existe y que puede resolverse.
El cambio de la situación debe comenzar por ella misma, para luego pedir a su pareja que él también realice cambios en su conducta y actitud con el objetivo de mejorar su relación, ya que en definitiva la responsabilidad se ha de compartir en una situación así.
Soluciones a la soledad
Una vez detectado el sentimiento de soledad, si la pareja no puede avanzar lo que quisieran por sí mismos, la terapia de pareja puede ayudar a establecer pautas de comportamiento y a hacer reflexionar de cómo llegaron a esta situación y cómo pueden evitar volver a cometer el mismo error.
Muchas personas evitan ir a terapia de pareja, pues en muchos círculos sociales ésta se asocia al paso previo a la separación matrimonial.
Ir a terapia no significa que la pareja vaya a separarse. Es verdad que en algún caso, al confrontar y descubrir los verdaderos sentimientos de cada miembro de la pareja, se han aclarado muchas cosas y se ha optado por la separación. Pero la mayoría de las veces, después de una terapia de pareja, se consigue mejorar la relación en cuestiones como el diálogo y la comunicación, eliminando conductas que hacían daño y perjudicaban la felicidad conyugal.
¿Se ha acabado el amor en la pareja? No necesariamente. ¿Ha habido un conflicto relacionado con la pérdida de la confianza mutua? Posiblemente sí.
Si Ana no puede hablar abiertamente con su marido del sentimiento de soledad que está padeciendo, subyace un problema de confianza unido a una incapacidad para establecer un diálogo constructivo. Y como hemos dicho anteriormente, en alguna ocasión se suma también el miedo a la respuesta de la pareja, pues podríamos escuchar lo que no queremos.
La rutina y la crianza de los hijos son motivos que pueden hacer distanciar a una pareja. El estrés del día a día: la casa, el trabajo, el colegio, las compras, las actividades extraescolares, la cocina etc., consiguen que no tengamos tiempo para ocuparnos lo suficiente de nuestro bienestar y el de nuestra pareja. Vamos posponiendo los detalles de cariño, las charlas distendidas, los pequeños caprichos cotidianos,... y eso va haciendo mella en la psique de forma negativa y en la relación de pareja.
Seamos más egoístas en nuestra relación de pareja. Recuerda esta frase: "Si yo estoy bien, tú estás bien". Es decir, no podemos hacer feliz a nuestra pareja si no somos felices nosotros mismos. Y alimenta tu relación día a día como si de una planta se tratara, pues es mejor prevenir que curar.
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