Es una mala consejera. Uno de los sentimientos menos benévolos que puede experimentarse, más cuando lo siente hacia una persona cercana y a la que quiere.
La envidia se identifica como un signo de falta de confianza de uno mismo respecto a sus propias capacidades y, por lo tanto, una sensación de alarma ante los triunfos y cualidades de los demás.
Todo el mundo ha padecido en algún momento de su vida de envidia, sin importar el género. En el caso de las mujeres, la excesiva exigencia que ejercen sobre sí mismas, así como las que operan a nivel social, provoca que muchas de ellas padezcan de esta emoción negativa y la proyecten en las situaciones y personas menos indicadas.
1. La pareja de tu hermano. La sensación se multiplica, además, si él es el pequeño de la casa. Es normal sentir una pequeña punzada en el estómago o tener sentimientos encontrados cuando tu hermano te presenta a su pareja y empieza a pasar más tiempo con ella, lo que inevitablemente pasa por dejarte a ti un poco más aparcada. Él tiene derecho a enamorarse y poner en el centro de su vida a esa nueva persona.
2. Tu mejor amiga. Esto sucede cuando hay una falta de confianza en los propios atributos y una ausencia total de amor propio. En consecuencia, muchas mujeres comienzan a envidiar a su mejor amiga: su forma de ser, su pareja, su trabajo, sus capacidades sociales… Y lo hacemos porque sabemos que es una mujer extraordinaria. De hecho, si no fuera así, nunca la hubieramos elegido para ser nuestra confidente y una de las personas que más nos concoe en este mundo. Pero la grandeza de unos no tiene que suscitar nuestro recelo y mucho menos nuestra envidia. Al contrario, deberiamos estar agradecidas de que esa persona forme parte de nuestra vida y nosotras de la suya.
3. La mejor amiga de tu pareja. Del mismo modo que tú tienes amigos hombres (o eso se espera), el tiene derecho a buscar sus amistades en el género opuesto. Y eso no significa ni que sean mejores que tú, ni más guapas, ni más inteligentes, ni demás cuestiones superficiales que se te pasen por la cabeza. Cada una tiene que estar conforme y satisfecha con lo que es y no sentirse amenazada por otra mujer, sin importar quién sea, menos si es una persona tan importante para la persona que tú amas.
4. La amiga de tu mejor amiga. Esto suele suceder porque, en muchas ocasiones, tendemos a acaparar a las personas. El hecho de que sea nuestra mejor amiga casi que obliga a esa persona a rendirnos pleitesía y no mantener esa actitud con nadie más. El cariño, amor y confianza que depositamos en esa persona a la que ponemos la etiqueta de ‘mejor amiga’ tiene que ser correspondido. Pero solo como nosotras queremos y cuando nosotras queremos. Así que eso de que ella tenga otra mejor amiga, ni pensarlo…
5. Tu pareja. A veces ocurre que los logros y triunfos de la pareja se ven como amenazas, provocando que nuestra autoestima alcance mínimos ante la grandeza del otro. En vez de estar orgullosas, nos sentimos más pequeñas e intimidades, materializando toda esa falta de autoestima en forma de envidia contra la persona que amamos.
Todo el mundo ha padecido en algún momento de su vida de envidia, sin importar el género. En el caso de las mujeres, la excesiva exigencia que ejercen sobre sí mismas, así como las que operan a nivel social, provoca que muchas de ellas padezcan de esta emoción negativa y la proyecten en las situaciones y personas menos indicadas.
1. La pareja de tu hermano. La sensación se multiplica, además, si él es el pequeño de la casa. Es normal sentir una pequeña punzada en el estómago o tener sentimientos encontrados cuando tu hermano te presenta a su pareja y empieza a pasar más tiempo con ella, lo que inevitablemente pasa por dejarte a ti un poco más aparcada. Él tiene derecho a enamorarse y poner en el centro de su vida a esa nueva persona.
2. Tu mejor amiga. Esto sucede cuando hay una falta de confianza en los propios atributos y una ausencia total de amor propio. En consecuencia, muchas mujeres comienzan a envidiar a su mejor amiga: su forma de ser, su pareja, su trabajo, sus capacidades sociales… Y lo hacemos porque sabemos que es una mujer extraordinaria. De hecho, si no fuera así, nunca la hubieramos elegido para ser nuestra confidente y una de las personas que más nos concoe en este mundo. Pero la grandeza de unos no tiene que suscitar nuestro recelo y mucho menos nuestra envidia. Al contrario, deberiamos estar agradecidas de que esa persona forme parte de nuestra vida y nosotras de la suya.
3. La mejor amiga de tu pareja. Del mismo modo que tú tienes amigos hombres (o eso se espera), el tiene derecho a buscar sus amistades en el género opuesto. Y eso no significa ni que sean mejores que tú, ni más guapas, ni más inteligentes, ni demás cuestiones superficiales que se te pasen por la cabeza. Cada una tiene que estar conforme y satisfecha con lo que es y no sentirse amenazada por otra mujer, sin importar quién sea, menos si es una persona tan importante para la persona que tú amas.
4. La amiga de tu mejor amiga. Esto suele suceder porque, en muchas ocasiones, tendemos a acaparar a las personas. El hecho de que sea nuestra mejor amiga casi que obliga a esa persona a rendirnos pleitesía y no mantener esa actitud con nadie más. El cariño, amor y confianza que depositamos en esa persona a la que ponemos la etiqueta de ‘mejor amiga’ tiene que ser correspondido. Pero solo como nosotras queremos y cuando nosotras queremos. Así que eso de que ella tenga otra mejor amiga, ni pensarlo…
5. Tu pareja. A veces ocurre que los logros y triunfos de la pareja se ven como amenazas, provocando que nuestra autoestima alcance mínimos ante la grandeza del otro. En vez de estar orgullosas, nos sentimos más pequeñas e intimidades, materializando toda esa falta de autoestima en forma de envidia contra la persona que amamos.
Fuente: fucsia.co
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